Hoy la literatura latinoamericana está de luto. Este jueves se conoció la noticia de la muerte de la escritora argentina Sylvia Molloy, a los 83 años en su residencia en Nueva York. Reconocida por ser una de las pioneras en tratar temas de la cultura LGBT+ y por estudiar la autobiografía como género, su obra marcó un punto de inflexión.
Nacida en Buenos Aires en 1938, Molloy era una lectora exquisita y una escritora tan sutil como inclasificable, que logró traspasar los muros académicos para enamorar a la crítica literaria. Obtuvo el doctorado en Literatura Comparada en La Sorbona, y fue becaria de numerosas instituciones prestigiosas como la Fundación Guggenheim, el National Endowment for the Humanities, el Social Science Research Council y la Fundación Civitella Ranieri.
Sylvia Molloy supo decir que toda escritura es memoria y que, cuando contamos lo que pasó o pudo haber pasado, se trabajan todos los géneros. De eso se trata Desarticulaciones, libro en el que la escritora argentina capta esos fragmentos breves en los que dos personas se comunican pero una recuerda y la otra no. El mal de Alzheimer avanza sobre ML., ex pareja y amiga, a quien la narradora visita diariamente y los recuerdos son relámpagos; y la desarticulación de la mente se abre paso. Un intento de preservar la memoria, que se hilvana frágilmente a través de la escritura.
“La fuimos a ver una tarde y, mientras yo me cercioraba de que todo estaba en orden, E. se quedó conversando con ella en su dormitorio, donde pasa buena parte del día, mirando a través de la ventana el exiguo rectángulo de cielo que queda entre dos edificios. Me contó algo que no sé si sabía que me estaba contando, me dijo E. cuando volvimos a casa, me contó que de chica fue con una tía a visitar a una parienta vieja que estaba internada muy grave, conectada a una máquina, y que en algún momento en que estaban solas con la enferma la tía había hecho un movimiento con la cabeza, como asintiendo –me mostró el movimiento, me dice E., reproduciéndolo a su vez–, y ella se había agachado y había desconectado la máquina que respiraba por la enferma. Y que después se habían ido” es uno de los pasajes de esta novela que explora el género autobiográfico, fundamental en la obra de Sylvia Molloy.
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