La realizadora Ceyda Torun debuta con 'Kedi: Gatos de Estambul': una hermosa y adorable oda al Felis silvestris catus, y a los pacientes y entregados humanos que conviven —y convivimos— con ellos dÃa a dÃa.
La ciudad turca, en la que se dice que viven alrededor de 150.000 gatos "callejeros" —nótese el entrecomillado, ya que, pese a su autonomÃa, suelen vivir bajo el cuidado y el mimo de sus vecinos bÃpedos–, se alza como un personaje más de 'Kedi'. Sus calles, edificios y diversos escenarios esconden historias personales capaces de estrujarnos el corazón, y de hacernos creer que aún hay esperanza y bondad en un planeta cada vez más aborrecible.
Gente de escasos recursos que comparte lo poco que tiene con sus compañeros bigotudos, antiguos adictos a sustancias que han encontrado en ellos redención y salvación, o personas en una mala racha a los que la suerte ha sonreÃdo gracias a la participación inesperada de una criatura asociada a la suerte e incluso a Dios, son alguno de los motivos que convierten a 'Kedi' en un auténtico manifiesto a favor de la vida y los animales que, además, alimenta el aura mÃstica que siempre ha girado en torno a la figura del gato.
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