Los caminos de bosque de Fabrizio De André
Tanto la vida como la obra de Fabrizio De André son de una riqueza intimidante. La voz grave y baritonal del cantautor es adictiva, mil veces más hermosa que la de Dylan y con una cantidad de matices que Cohen no podría ni haber soñado tener. Las composiciones de Fabrizio De André se prolongan varias décadas en un torbellino de creatividad que parece no tener fin. Uno descubre una canción, y queda prendado, luego otra, y otra más, y como le ocurriera a Unamuno con Kierkegaard, que le hizo sentarse a aprender el danés, aquel que se adentra en el universo de “Faber”, como era conocido por sus convecinos, no puede dejar de sentarse a estudiar esa lengua tan moderna y tan joven como es el italiano, raro idioma inventado tras la revolución garibaldiana y que unificó la, digamos, “bota de babel” plagada de dialectos de la península itálica. De todas formas Fabrizio siempre defendió los dialectos: «En una nación joven como Italia los dialectos son indispensables. Representan un deseo de identificación en las propias raíces que se hace más fuerte cuanto más se difunde la idea de una megaestatalización europea. Además, el italiano, si no se viese nutrido de las frases idiomáticas, devendría un lenguaje adecuado solamente para vender patatas o litigar en los tribunales».
Fabrizio De André se ha mantenido en los márgenes de la popularidad, incluso en la época de la canción de autor cuando del otro lado de los Pirineos llegaba el mensaje de Jacques Brel, Brassens, Aznavour, etc. y de Italia solo parecía encontrar eco Celentano, la gran voz de Mina o los ganadores en el Festival de San Remo.
Fabrizio de André fue un caso excepcional, un hombre capaz de incorporar elementos tan diversos como Baudelaire, el folk norteamericano, la herencia musical popular mediterránea, los evangelios apócrifos, el cine de Fellini, las canciones de Brassens -sobre todo-, en un cóctel creativo lleno de honestidad que elevaba la canción al nivel de la mejor poesía. En los tiempos en que la poesía era un arma.