El término “nordic-noir” circula mucho a la hora de hablar de policiales de investigación que crearon un nuevo estándar en la edad dorada de las series. Desde hace más de una década, muchas producciones son mencionadas y justamente celebradas bajo ese género: The Killing, Borgen y The Bridge.
Muchos son los nombres y los investigadores pero hay uno de ellos que sobresale, y que hasta ha tenido tres versiones en menos de 15 años: Kurt Wallander, el atormentado protagonista de Wallander. ¿Qué pone al eventual borrachín por encima de sus pares?l creador de Wallander, el escritor Henning Mankell, estaba decidido: quería construir un detective que fuera distinto, y que a pesar de sus muchas adaptaciones, siempre fuera reconocible.
La versión favorita de muchos puristas es aquella protagonizada por el actor Krister Henriksson, producida en Suecia. Esa versión tanto como la inglesa (protagonizada por Kenneth Branagh) capturan como ninguna otra la esencia del personaje.
Aquello que hace a Wallander un hito tiene que ver precisamente con esa mezcla entre un policía obsesivo, diferente de sus pares, que busca desesperadamente la verdad, y su propia vulnerabilidad, la siempre presente consciencia de que ese profesionalismo extremo daña su vida personal.
Lejos de los gestos de Hollywood, de esas obvias declamaciones de la emoción que vive el personaje, en Wallander todo apunta a la sutileza, a saber leer esa degradación mientras nos enamoramos de un personaje imperfecto.
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Siempre vale recordar que el mismo Wallander comenzó a los tropezones su carrera: fue apuñalado y casi muere a instantes de convertirse en un agente de la ley. Su vida sentimental es un fracaso detrás de otro. Y su principal vínculo, su hija, es un terreno complicado de andar: Wallander teme que ella también, al elegir su profesión, se obsesione con su trabajo y nada más.
El realismo del personaje siempre ha ayudado a iluminar los rincones que uno no sospecha existen en sociedades siempre celebradas, como la sueca u otras que hacen a este género escandinavo. Eso sí: esos paisajes, de nieve y hielo, han sido cruciales para crear un imaginario como nunca antes existió en la ficción policial.
Es hora de redescubrir el mejor “nordic-noir” en la pantalla de Films&Arts.-FLOW